Lo que de verdad importa

Hoy ha venido mi padre a casa a pasar un cable que irá desde el router que está en la habitación de mi hijo hasta el comedor. Yo sabía que algo no saldría bien, siempre nos pasa cuando nos embarcamos en una mini obra. Una vez terminada siempre tiene final feliz porque él es un artista y un solucionador de problemas, pero hasta llegar ahí habrá que sortear pequeños obstáculos. Espero al otro lado de la pared para avisarlo cuando salga la punta de la broca, le digo que muy cerca del otro cable que ya hay puesto sale un polvo sospechoso, que la broca tendría que estar más lejos, entonces el cable se desmaya, cae al suelo y nos deja sin antena para ver la tele. Podría haber sido peor dice porque por ahí pasa una tubería de agua.

Hoy es un día de esos que sin ser malo no llegas a estar bien del todo. Salgo al balcón y lo dejo planeando con mi hijo cómo van a arreglar el desaguisado. Como ve que no entro mi hijo sale a buscarme y al verme como me conoce sabe que no es un día bueno.

—Solo es un cable.

—Ya —contesto.

—¿Entonces?

Encojo los hombros porque no quiero decirle que estoy disgustada. Él piensa que es por los problemas que arrastramos y a los que no vemos solución y no se equivoca, sin embargo hoy el motivo de mi tristeza tiene un añadido. Ayer cuando  llamé a mi padre al llegar del trabajo como hago cada día para ver qué hacen y cómo están me dijo <<Estoy apuntando en una hoja las visitas de los médicos para ponerlas en la nevera>>. Me dio una pena tremenda escucharlo decir eso, porque se hacen mayores, y me dio por pensar que no hacen nada más que ayudar a sus hijos, eso y apuntar las fechas de las visitas médicas.

No van al cine, no viajan, no van al teatro, no hacen excursiones con otros jubilados, no hacen el vermú en una terraza, no salen a comer fuera, porque con ese dinero mi madre me compra cereales de los que ha visto en casa y piensa que es lo que más me gusta del mundo, tantos que tengo que comer mañana, tarde y noche porque si no caducarán, igual pasa con las galletas para mi hijo, los pañales para mi sobrina, los zumos y natillas para mi sobrino o los montones de tuppers que guarda mi hermano en el congelador, es imposible que una persona se termine esa cantidad de comida sin morir en el intento.

Su vida somos nosotros y aunque estoy pendiente de ellos hay veces en que me escriben un Whatsaap y les contesto de forma escueta porque estoy haciendo algo que no puede esperar. Hoy al ver a mi padre encima de la escalera, con las gafas caídas y sudando por el esfuerzo me he roto como el cable de la antena. Porque no debería haber en mi vida nada más importante que ellos y sus cosas, porque se hacen mayores y llegará el día en que echaré de menos sus llamadas de teléfono y sus audios de whatsaap en el momento más inoportuno. Y porque muchos de los sueños que imaginaron cuando unieron sus vidas  se quedaron en el camino ya que el tiempo y el dinero no alcanzaba en una casa con cuatro hijos. Han renunciado a vivir por nosotros y probablemente sea una percepción mía y ellos no piensen que han hecho ningún sacrificio porque era lo que querían hacer.

En su nevera debería haber un listado con cosas por hacer con la fecha correspondiente para hacerlas al lado y montones de fotos de las cosas que ya hicieron. A lo mejor la hoja de las visitas médicas quedaría camuflada entre estas y los planes nuevos y ya no se sentirían tan mal y cada vez sería más corta.

Antes de irse el cable quedará bien instalado y dentro de nada me llamará mil veces a lo largo del día para preguntar si funciona bien, le diré que sí, pero no colgaré enseguida. Le preguntaré por los tomates y los pimientos de su mini huerto casero y que si ya se aclara con la Tablet o necesita que le eche un vistazo. Después dejaré de hacer algunas de las cosas que hasta ayer yo creía que no podían esperar, llamaré a mi madre para que me cuente qué ha pasado en el universo sálvame y escucharé los dramas de los colaboradores poniendo tanto interés como si fueran parientes míos.

Vivimos acelerados porque el día a día nos absorbe el tiempo y casi no nos queda para las cosas que realmente son las que tendrían que llenar la parcela más grande de nuestra vida. Estoy segura  de que ellos están felices con la vida que llevan y de que es una cosa tonta que me ha dado por pensar a mí, quizás es que estuve viendo fotos y el cambio físico que aprecié en ellos de hace pocos años aquí es notable y si pudiera detendría el tiempo para que se quedaran siempre así, que siguieran siendo pesados preguntando mil veces lo mismo y me gustaría seguir llegando a casa y ver  la alfombra de la entrada que mi madre pone siempre que viene y que yo detesto porque tropiezo con ella cada vez que paso. Ojalá la vida nos dé tiempo, mucho, para poder seguir riñendo por cosas tontas, para decirles que no está bien tener las ventanas abiertas en invierno porque hace más frío dentro de su casa que en la calle y ver como las cierran y al volver encontrarlas de nuevo abiertas, para sentirme orgullosa de tener unos padres tan generosos con todo el mundo y tan dados a ayudar a quien lo necesite, tiempo para seguir llenando su mesa y comer apretujados porque cada vez somos más y por suerte todavía no hay ninguna silla vacía. Tiempo para devolverles todo lo que hacen por nosotros sin esperar nada a cambio. Tiempo…

A veces una simple frase nos hace despertar y nos avisa de que algo estamos haciendo mal. A lo mejor no es la frase, a lo mejor soy yo que ahora valoro otras cosas, no importa, la cuestión es que a partir de hoy voy a intentar que llegue el día en que me digan <<fíjate que teníamos médico y se nos ha pasado>>

 

 

 

 

19 comentarios en “Lo que de verdad importa

  1. Mary orta dijo:

    De los relatos más bonitos que te he leído, un pequeño homenaje que has hecho a tus padres sin quedarte corta, mucha ternura,y mucha sensibilidad en tus palabras…precioso Pili!!!!!
    Me encanta leerte 😘😘

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  2. Juana Fernandez Ruiz dijo:

    Has descrito a tus padres tal como son !!! Generosos .entrañables y siempre dusouestos a ayudar a las personas aunque no sean de su familia .Te deseo q los disfrutes muchos años.Un besazo Pilar

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    • Isa dijo:

      No se qué decir….me he asombrado con el desarrollo del relato, lo bien traído, es que lo estaba viendo mientras lo leía….quizás por la cercanía , no sé….pero sigo con lágrimas en los ojos mientras escribo esto…..

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  3. Nuria Moreno dijo:

    Hoy tu relato, Pilar, me ha acompañado mientras hacía el café matutino, el café que enciende el interruptor para que empiece mi día. Y no solo me ha acompañado sino que me ha hecho pensar!! Una vez más felicidades, tus relatos llegan, generan pensamientos y emociones!!!

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  4. Judit dijo:

    Tienes la capacidad de poner un nudo bien grande en la garganta ya que tus escritos plasman lo que pensamos los demás, pero que no podemos escribir de forma tan gráfica y emotiva.
    Tienes unos padres que se merecen este relato y un libro entero.

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  5. carmemoll dijo:

    No sabes qué daría yo por poder escuchar su voz por teléfono, ahora que no están te das cuenta de muchas cosas y de tantas cosas que me quedaron por decir, hace tiempo que me cuesta llorar, cosas de la vida y tú has logrado emocionarme y recordar lo grandes que fueron mis padres y cuánto los hecho de menos. Te quiero

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