La otra

Tengo frío. Estoy sentada cerca de la orilla y las olas rompen con fuerza salpicándome la cara y el pelo. Tengo frío, a pesar de que la temperatura es alta, desde hace un tiempo parece que habite dentro de mí la mismísima Reina de las Nieves. Me abrazo con fuerza para ver si entro en calor, debería levantarme y caminar, pero no lo hago sigo aquí, el único gesto que me permito es encogerme un poco como si quisiera que me tragara la tierra.

Debería escribirte un mail para que sepas cómo me siento, me gustaría más que fuese una carta, pero ya sabes prohibido.

Prohibido como tantas cosas, aunque yo me hubiera conformado con tan pocas. Nunca quise compromiso por tu parte, me hubiera bastado con lo que teníamos, pasar un rato juntos de vez en cuando para desnudar el cuerpo y el alma, con que me dijeras que me querías y que para ti era la primera, pero no por escrito como acostumbrabas sino susurrado al oído si te daba vergüenza decírmelo en voz alta. Nunca pretendí que lo dejaras todo, hubiera tenido bastante con casi nada. Tenía suficiente con los encuentros en esa habitación del hotel, esa que hicimos nuestra y donde me sentía tu mujer, no la otra, ni tu amante. Recuerdo lo mal que me sentí la primera vez que fuimos, la forma en que me miró el recepcionista, a mí no a ti, haciéndome sentir una prostituta. Después las otras veces ya no quise ir a otro sitio por evitarme volver a pasar la misma vergüenza.

Tengo guardadas todas las notas que me escribiste, esas que deslizabas en el bolsillo de mi abrigo unas veces o en mi bolso otras. Las leía después en la soledad de las madrugadas mientras te imaginaba abrazado a tu mujer, la de verdad, la que lleva una alianza en el dedo y la que tiene su nombre escrito debajo del tuyo en una placa en el buzón de vuestra casa. A pesar de que sabía que lo nuestro no podía ser soñaba con hacerle un quiebro a la mala suerte por el mal momento en que nos habíamos encontrado. Hacía cábalas y pensaba que si te hubiera conocido antes sería yo la dueña de ese anillo, el que me daría derecho a estar juntos todo el tiempo y no a ratos robados.

La espuma me moja los pies provocándome un escalofrío.  A lo lejos se acerca una mujer y me pregunto cómo será la tuya, ¿será divertida? ¿haréis buena pareja? ¿tendrá buen carácter? Un atisbo de sonrisa se dibuja en mi cara porque me siento ridícula. Ridícula por envidiar a una mujer a la que ni siquiera conozco. A ratos te odio porque no deberías haber alargado una cosa para después cortarla de raíz. De un día para otro se acabó. Y a mí se me acabó la vida. Hoy es mi cumpleaños y aunque es tarde todavía pienso que me llamarás para felicitarme. Daría cualquier cosa por volverte a ver y por una última tarde juntos. A veces pongo tus audios de whatsaap para escuchar tu voz, después me arrepiento porque me siento fatal durante todo el día. No voy a poder con tu ausencia, lo sé.

La mujer pasa por mi lado y me mira y aunque nuestras miradas solo se cruzan un instante veo en sus ojos una carga imposible de ocultar. Puede que sean imaginaciones mías, sin embargo me jugaría todo lo que tengo a que no me equivoco, he convivido tanto con la tristeza que la reconozco aunque intenten camuflarla. Me pregunto cómo será tu vida ahora, te imagino en una rutina monótona y aburrida llena de convencionalismos y de normas. Normas absurdas que debió inventar alguien que nunca conoció el amor verdadero.

No sé cuánto rato llevo aquí, pero ya ha oscurecido. Me tumbo en la arena y busco una estrella que brille más que las otras para pedirle un deseo, mi deseo de cumpleaños porque hoy no habrá tarta ni velas. Cuando la encuentro le pido que mañana al despertar vuelva a mi vida de antes, la de antes de ti, como si no te hubiera conocido nunca. Olvidar, ese es mi deseo. Enseguida me arrepiento, porque a pesar de las lágrimas he conocido el amor verdadero, ese que poca gente tiene la suerte de encontrar, ese que te hace andar con una sonrisa instalada en tu cara todo el tiempo y que te hace volar tan alto que parece que tengas unas alas cosidas en la espalda. Así que cambio el deseo y pido saber si de verdad me quisiste.

Un rayo atraviesa las nubes y me incorporo con la intención de irme. Espero un momento porque la mujer triste viene de vuelta y prefiero caminar sola. No pasa de largo, se sienta a mi lado y estoy incómoda por la cercanía, no la conozco y la playa está desierta podía haberse sentado en cualquier otro sitio. Tampoco me levanto porque me da vergüenza lo que pueda pensar. Su voz rompe el silencio, empieza a hablar en voz baja como si lo hiciera más para ella que para mí. La brisa me trae un olor familiar. Recuerdo cómo me gustaba hundir mi cara en tu cuello para llevarme tu aroma conmigo.

¿Cómo me habrá encontrado? La vergüenza me inunda amenazando con ahogarme, soy incapaz de moverme como si me hubiera convertido en estatua de sal como Edith la mujer de Lot. Lloro al escucharla, por lo que dice y por lo triste de la situación. Ella no llora, pero en su voz hay cansancio, hastío, no encuentro ni pizca de rencor y todavía me siento peor.

Cuando termina espera un poco supongo que esperando a que yo diga algo. No soy capaz de articular palabra, es como si una mano invisible me tapara la boca dejándome muda. ¿Qué podría decirle? ¿pedirle perdón? No se me ocurre nada para justificarme ante ella porque no me entendería porque para mí la otra es ella y no yo. La culpa me golpea con fuerza, pero gana la partida la pena que siento por lo que que he escuchado. Se va sin despedirse. El aire me trae el eco de sus últimas palabras <<Te quiere más a ti>>, entonces mi dolor se hace más grande y siento lástima por ella y por ti porque descubro que nada es como yo lo había imaginado, que no existe la familia feliz, que tu vida no es vida y que en esta historia hay más de un perdedor.

 

 

8 comentarios en “La otra

  1. Nuri Moreno dijo:

    Corriendo el riesgo de hacerme pesada, no me cansaré de decirlo Pili, me encanta tu manera de escribir. Sea cual sea el tema del relato, consigues que al lector le lleguen las emociones de los protagonistas, que sufran o rían con ellos, así que: felicidades!

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  2. Mary orta dijo:

    Pili consigues emocionar y transmitir sentimientos, tu manera de escribir me encanta y consigues que lea y lea…es un relato muy triste muy real…pero me ha gustado muchísimo 😘

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